Guía para conocer Medellín a través de sus corregimientos
Foto destacada: Corregimiento de San Cristóbal / Juan José Escobar.
No es necesario salir de Medellín para reconectarse con la naturaleza, para dar un paseo, para probar delicias y platos tradicionales o para rememorar nuestras raíces campesinas.
Medellín tiene cinco corregimientos, que juntos constituyen el 70% del territorio de la ciudad. Vista de ese modo, este lugar es más campo que cemento, más rural que urbano, más olor a pasto que a contaminación, pero con el ritmo agitado de una ciudad en crecimiento, tendemos a olvidarlo.
Estos son cinco lugares para reconocer y volver a habitar la otra cara de Medellín, la Medellín rural.
San Antonio de Prado, encanto campesino
Por: Cristina Romero
Uno llega a la plaza de San Antonio de Prado y se siente como en un típico pueblito antioqueño: Una majestuosa iglesia adornada por señores de sombrero conversando en las bancas, niños persiguiendo palomas y hasta música vieja en vivo para mover el esqueleto como lo hacían los abuelos.
Las lomas que soportan el pueblo suben hasta llegar a un bosque frondoso que alberga vida y agua por montones. Los alaridos de los caciques candela, unos pájaros que parecen cuervos de barriga color rojo intenso, alientan los árboles. También hay erizos, zorros de monte y hasta venados. Estas cimas surten de agua pequeñas quebraditas que terminan en el Río Medellín, pero antes, nutren los múltiples cultivos que los campesinos cuidan para sostenerse y dar alimento a sus vecinos y a las personas de las ciudades.
Prado, como le dicen los locales, cuenta historias fantásticas de un duende que vive en la montaña, y al mismo tiempo es testigo de la expansión urbana. Si usted quiere experimentar esta mágica conjunción, lo invitamos a que vaya a tomarse un chocolatico parviado para calmar el frío, o si es más aventurero, que pregunte por los moritos de la conería ¡Eso sí es vida!
Cómo llegar: Desde la estación Estrella del Metro, se toma un bus integrado que lo llevará al corazón de este corregimiento.
San Cristóbal, paisaje natural en una ciudad de concreto
Por: Johana Santofimio
A tan solo 11 kilómetros y escondido entre las montañas de Medellín se encuentra este corregimiento, donde el concreto de la ciudad se desdibuja y el verde de la naturaleza toma protagonismo.
San Cristóbal limita con el municipio de Bello por el norte, en el oriente con el Medellín urbano, por el sur con otros dos corregimientos: San Antonio de Prado y Altavista, y por el occidente con el corregimiento de Palmitas. Este corregimiento fue fundado en el año 1752 por doña Ana de Heredia, quien logró darle tanta importancia al lugar para el tiempo de la colonia que construyó la primera parroquia apartada de Medellín.
Las actividades económicas más comunes de este lugar son aquellas de tradición campesina. Allí se cultivan flores, plátano, lechuga, zanahoria, tomate y casi todos los alimentos vegetales con los que cualquier despensa soñaría llenarse. Este legado del trabajo y conservación de la tierra se encuentra actualmente amenazado por la expansión urbana que busca la construcción de conjuntos residenciales, industrias y otros servicios para la ciudad. Es por esto que la población campesina de San Cristóbal trabaja por defender sus tradiciones culturales y prevenir los impactos medioambientales que podrían acabar con el aire puro y esos paisajes en los que parece que los tonos de verde son infinitos.
Cómo llegar: Hay muchas formas de llegar a este corregimiento. Desde la estación San Javier del Metro, se toma un bus integrado que lo dejará en el Parque Principal, o desde esta misma estación del metro puede tomar el metrocable y bajarse en la última estación y allí tomar un bus integrado hasta el Parque. También hay rutas de buses que pasan por la calle San Juan y Colombia.
Altavista, otro cuento
Por: Cristina Romero
Se dice que los ladrillos rojos que componen la icónica Catedral Metropolitana de Medellín, ubicada en el Parque de Bolívar, provienen de las montañas de Altavista. También cuentan que los aborígenes y arrieros usaron esa localidad como camino de paso para traer el desarrollo a Medellín.
Este corregimiento está lleno de relatos del pasado que nos dan identidad como medellinenses, y también de personas que siguen tejiendo historias a punta de trabajo duro, amabilidad y esperanza. Altavista es el agua pura que baja por su reserva hídrica y forestal, y los animales y plantas que viven dichosos en sus bosques. Es don Orlando cultivando café, es Camilo Baena con su corporación Casa Arte mostrando maneras creativas de resistir a la violencia, es doña Luz Dary con su Casa Museo El Manzanillo; es la organización Turistas del Patrimonio promoviendo el reconocimiento del territorio por medio de actividades culturales y ambientales.
Este pedacito rural al occidente de Medellín tiene muchas más historias que contar que las que muestran los medios de comunicación, y en caso de que hayan quedado dudas, de lo que está plagado es de gente pujante que sueña, cree y construye un futuro mejor. Péguese una visita para que compruebe que Altavista es otro cuento.
Cómo llegar: Se toma Metroplús hasta la estación Los Alpes y después se camina una cuadra en sentido sur para tomar la rutas alimentadoras C3_004 (La Perla) o C3_004B (Buga) que suben directo al corregimiento. El ingreso a estos últimos buses se hace únicamente con tarjeta cívica.
San Sebastián de Palmitas, color al filo de la montaña
Por: Cristina Gil
Palmitas, ubicado al noroccidente de Medellín, ha sido reconocido como la puerta del occidente antioqueño y con la construcción del Túnel de Occidente ha aumentado su comunicación y comercio con el Valle de Aburrá. Además de los servicios mercantiles que presta al filo de la carretera, Palmitas genera productos agrícolas como café, plátano, cebolla junca, caña de azúcar, pasto, entre otros.
Actualmente, los habitantes de Palmitas transitan entre la cabecera urbana y sus ocho veredas caminando, en mulas, motos y, escasamente, en algún vehículo de mayor tamaño. Sus caminos antiguos de herradura, quebrados y pedregosos, son una realidad a veces difícil de sobrepasar. Desde el 2011 funciona un teleférico que les ha permitido llegar a aquellos lugares de complejo acceso en el campo, así como transportar desde sus mercados hasta su producción agrícola.
Palmitas se ha conservado en el tiempo como el corregimiento más rural de la ciudad, se destaca por su gran riqueza natural, en su mayoría desconocida por los antioqueños. Su historia es narrada por su antigua Iglesia, sus paredes de piedra, sus yacimientos de agua, sus casas coloridas, sus famosas almojábanas y sus senderos; tal es el caso del conocido Camino del Virrey, que hace alusión no solo a las comunidades indígenas que habitaron su territorio, sino a los arrieros, campesinos y caminantes que lo han recorrido a lo largo de su historia. Entre los rincones que conforman esta Medellín, estas tierras frías encalladas en las montañas occidentales tienen aún mucho por narrar sobre lo que nos cuenta el campo de la ciudad.
Cómo llegar: Desde la Terminal del Norte, en la taquilla 19, se puede comprar el pasaje para ir a Palmitas, y hay dos opciones: La primera es tomar un bus que sale diariamente a la 1 a.m. y a las 5:40 p.m. y llega directo hasta el corregimiento. La segunda opción es tomar un bus o un microbús y bajarse después del Túnel de Occidente. En ese punto se puede contratar un mototaxi para llegar al pueblo. El pasaje en bus vale $3.000 y en microbús $5.000. Más información en SOTRAURABÁ S.A., teléfono (+57-4) 444 58 73.
Santa Elena, cruce de caminos
Por: Agustín Patiño
Santa Elena es un territorio de paso entre dos valles: al occidente el Valle de Aburrá y al oriente el Valle de San Nicolás. Todo el corregimiento está atravesado por rutas ancestrales, como el camino de La Cuesta o el Tirabuzón, pero también por vías modernas como la Autopista Medellín – Bogotá, la vía Medellín – Rionegro, el túnel de Oriente y la vía Las Palmas.
Son muchas las huellas que han quedado marcadas en la tierra arcillosa de Santa Elena: las de diversos pueblos indígenas, ávidos de sal y de oro, las de los españoles y sus descendientes mestizos, las de campesinos que vinieron del Oriente para servir en antiguas casas de recreo, las de los hippies y artistas que llevan medio siglo buscando el campo y las de cientos de jóvenes que los han seguido. También las de neo-chamanes, curanderas y yoguis que hacen temazcales y largos ayunos en los bosques más recónditos. Por supuesto, se conserva la huella de los silleteros, herederos de indígenas y campesinos, hábiles artesanos de las flores y patrimonio inmaterial de la Nación.
Santa Elena ofrece una riqueza cultural única. No obstante, las tensiones son inevitables. Por solo dar un ejemplo, la agricultura, la auténtica economía de los silleteros, se ha venido deteriorando y el auge del turismo parece dejar por fuera a la mayoría de la población campesina del corregimiento. La construcción de viviendas se ha intensificado tanto que los depósitos de materiales viven una era dorada. Los precios de alquiler y venta de lotes han subido por las nubes y los acueductos veredales se las ingenian para prestar el servicio ante una demanda que se ha multiplicado más allá de las expectativas.
El cambio de vocación económico en Santa Elena es un fenómeno complejo, que tiene que ver con el turismo, la migración de personas desde el Valle de Aburrá, la especulación inmobiliaria y megaproyectos como el Parque Arví y el túnel de Oriente. Aun así, el terreno se presta para la aparición de agroindustrias innovadoras: gastronomía, medicina, cosmética y artesanía. También el turismo deportivo y de aventura y en general, proyectos económicos que beneficien al grueso de la población, conjugando lo campesino y lo moderno, de forma que la ciudad y el campo no sean opuestos, sino hermanos.
Cómo llegar: Desde el centro de Medellín, en la Calle 50 con Carrera 42, se encuentra el paradero de buses que lo llevarán a las diferentes veredas del corregimiento o hasta su parque principal.
También, puede subir en Metrocable desde la Estación Acevedo del Metro, tomando la línea de Metrocable hasta Santo Domingo y luego tomando otro cable hasta el Parque Arví, teniendo en cuenta que esta opción no lo llevará al parque principal, sino al parque natural.