La majestuosa Sierra Nevada de El Cocuy, Güicán y Chita
En su estancia de intercambio académico en Colombia, una joven francesa se aventuró a visitar el Parque Nacional Natural El Cocuy, el cual abarca la Sierra Nevada de Güicán, El Cocuy y Chita, entre los departamentos de Boyacá y Arauca.
Por su magnitud, en este lugar se encuentra la mayor masa glaciar de Colombia, conformada por 25 picos de nieve, 150 lagunas, páramos y una franja de bosque andino y selva basal. Esta es una crónica y guía de viaje a uno de los lugares más imponentes de nuestro país.
Día 1
Tomamos un bus de noche desde la Terminal del Norte de Bogotá y llegamos a las 5 a.m. al parque del pueblo del Cocuy, donde nos esperaba nuestro guía, Sergio. Ya se podía sentir el frío, pero no tan fuerte como lo sentimos en la Sierra, donde la temperatura oscila entre los 4º C y los 20º C.
Fuimos al hotel Casa Museo la Posada del Molino, donde tomamos el desayuno y tomé mi primer té de coca que una amiga me había regalado para prevenir el mal de altura. Beber té de coca y masticar sus hojas puede aliviar los síntomas del mal de altura (el cual incluye náuseas, malestar estomacal, diarrea y vómitos), ya que mejora el flujo de sangre y la absorción de oxígeno en altitudes elevadas. Mascarla con propósito y respeto brinda información esencial y conocimiento, contacta con nuestra parte espiritual, da energía vital, aleja el cansancio y ofrece paz interior. En su uso tradicional, los indígenas la siguen usando como tributo para dar las gracias a la naturaleza.
Mientras tanto, nuestro guía nos habló de la biodiversidad del Parque y cuatro especies de frailejones endémicos de la zona de los géneros Espelettia y Espeletiopsis.
Fuimos en Jeep a la cabaña Mirador de la Sierra, donde nos hospedamos, en la parte alta de la vereda San Ignacio. Desde la cabaña tuvimos una vista increíble sobre el valle y en el precipicio al frente se alcanzaba a ver una pequeña capilla blanca con un techo puntiagudo rojo.
Nuestro guía nos contó que este lugar se llama Peñón de los Muertos porque el cacique Güicaní y el pueblo indígena U’wa saltaron de esta formación rocosa para escapar de los conquistadores y de la ocupación española en la mitad del siglo XVIII. Subieron calladamente al borde del Peñón, lamentándose a cada paso, sin entender por qué estaban desterrados de sus tierras, despidiéndose de sus gloriosas batallas y de su suelo.

Peñón de los Muertos
Al final de la cuesta del Peñón hay una gran plaza con capacidad para recibir a muchas personas y con un abismo de 300 metros. Desde allí, uno por uno, hombres, mujeres y niños se lanzaron al río Nevado, aquel río que baja por donde sube la niebla.
La caminata de este día fue corta (3 horas y media en total; 2 horas de ida y 1 hora y media de vuelta) ya que el objetivo era aclimatarnos y tantear si teníamos la capacidad de hacer las caminatas siguientes. Caminamos entre la vegetación, compuesta en especial de frailejones en este tramo (hay más de 700 especies de plantas en el parque). Desde allí, el sol que proyectaba una luz dorada sobre la vertiente de la montaña del frente nos regaló la siguiente fotografía.
Día 2
Desayunamos a las 5 a.m.y un carro nos recogió media hora después para llevarnos a La Esperanza, el punto de salida del sendero.
Comenzamos nuestra caminata a las 6:15 am. y nos encontramos con la cascada Cuchumba, el río Cóncavo, el valle de los frailejones y unas lagunillas, hasta llegar después de 4 horas y media de caminata a la Laguna Grande de la Sierra.
Esta laguna, situada a casi 4600 metros sobre el nivel del mar, zigzaguea como una serpiente y el color de sus aguas se confunden con el del cielo. Tuvimos que sentarnos detrás de una roca porque el viento soplaba bastante, llevándose consigo las nubes cuya sombra formaba manchas sobre la nieve inmaculada de las cimas grises de la montaña.
Luego comenzamos el descenso y llegamos en tres horas de nuevo a nuestro punto de partida, La Esperanza. En el camino, Sergio nos regaló un té de coca hecho con las hojas enteras y endulzado con panela. Preferí esta caminata de 7 horas y media en total a la primera porque el camino era destapado y más agradable para caminar.
Día 3
Salimos a las 5:15 a.m. para empezar la caminata a las 6:30 a.m. desde el puesto de control.
Me gustó mucho esta caminata porque los paisajes que descubrimos en el camino eran muy diversos. Vimos tres tipos de lagunas: de origen glaciar, las cuales ocupan una depresión como consecuencia de la erosión ocasionada por un glaciar; temporal, formadas por grandes desprendimientos que impiden que el agua continúe su camino, formando un lago; y de páramo, represas naturales alimentadas por la flora y las quebradas que bajan de las zonas más altas del páramo. Este conjunto se llama Valle de Lagunillas y está conformado por cuatro de ellas: La Pintada, La Cuadrada, La Atravesada y La Parada.
El último tramo de la caminata fue bastante difícil porque tuvimos que escalar desde una parte de se sitúa a una altura de 4200 msnm para llegar a los 4850 msnm, punto donde se encuentra el Púlpito del Diablo, una formación rocosa rectangular cuya cumbre alcanza los 5100 msnm. Llegamos allí a las 11:30 a.m., después de 5 horas de recorrido, y recibimos nuestra recompensa: desde el cielo vimos la caída de la nieve. Luego, iniciamos la bajada con mucho cuidado, ya que comenzó a llover y las rocas se tornaron resbaladizas.
En el Parque Nacional Natural del Cocuy encontramos diferentes actores: las comunidades indígenas, campesinos, operadores de turismo y el Gobierno. En el extremo nororiental del parque, el territorio indígena U’wa se sobrepone con el área protegida en cerca de 100.000 hectáreas. Este grupo indígena conserva casi intactas sus tradiciones y maneras de usar los recursos. Ellos son aliados de la conservación del área protegida. Los habitantes de este pueblo indígena se movilizan constantemente entre las dos vertientes de la cordillera, interactuando con los municipios de Cubará, Tame, Concepción, Chiscas, Güicán y El Cocuy. En la zona occidental del parque habitan comunidades campesinas alto – andinas. La mayor parte de sus tierras son altas, superiores a los 3.000 metros sobre el nivel del mar. Sus actividades agropecuarias se han desarrollado en los páramos del área, situación que pone en riesgo la conservación de este ecosistema.
Es difícil conciliar los intereses de cada uno de los actores de este territorio, por lo cual el parque fue cerrado durante catorce meses. Ahora está de nuevo abierto al público, pero el descubrimiento de este maravilloso lugar se debe hacer de forma consciente y respetuosa ya que la Sierra Nevada de El Cocuy, Güicán y Chita, tiene un papel crucial en la conservación de la biodiversidad, la regulación climática y la regulación hídrica de Colombia, en especial de las cuencas Arauca, Casanare y Chicamocha.