Lo que respiramos
Nota: Vivimos una crisis ambiental por calidad del aire en el Valle de Aburra el año pasado y este año ha vuelto. Esta problemática no es nueva, de hecho, ya había sido reconocida por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) hace diez años.
Tampoco es cierto que la calidad del aire sea un asunto que cambie de un día para otro, como un juego de azar: un día hay emergencia, al otro salimos de ella. No puede ser cierto si no se han implementado las medidas de control, de contingentes a correctivas, así como legislativas que nos permitan respirar un aire digno.
Es importante que todos los habitantes de este territorio entendamos y sigamos de cerca esta problemática que pone en riesgo y afecta de forma directa nuestra vida. Para ello, en Esfera Viva publicaremos una serie de artículos dedicados a la calidad del aire y a entender los factores que contribuyen a su deterioro. Este es el primero.
Crédito fotografía destacada: Juan Esteban Hincapié
Sucedió hace un año y ha vuelto a suceder. Los índices de estaciones de monitoreo de calidad del aire en el Valle de Aburrá han cambiado del verde al amarillo, y del amarillo al naranja, y de este al rojo. Se prenden las alertas.
Se trata de aire –invisible casi siempre- pero su calidad es tan cuestionable que lo podemos ver. El gris que cobija el Valle de Aburrá no es causa de los días fríos, ni de nubes de agua volando bajo. Es lo que está suspendido en el aire más allá de oxígeno y nitrógeno. Es lo que respiramos, casi 30.000 veces al día. Y es lo que nos está matando.

Reportes del Índice de Calidad del Aire (ICA) en el componente PM 2.5. En los meses de marzo de 2016 y 2017 las concentraciones de partículas menores a 2.5 micras (PM 2.5) suspendidas en el aire aumentaron a niveles nocivos y riesgosos para la salud de los habitantes del Valle de Aburrá. Fuente: Sistema de Alerta Temprana de Medellín y el Valle de Aburrá.
Así se mide la calidad del aire
La calidad del aire en el Valle de Aburrá es medida por el ICA (Índice de Calidad del Aire). Este mide en tiempo real las concentraciones de gases y partículas en el aire como monóxido de carbono, dióxido de azufre, dióxido de nitrógeno, ozono troposférico y partículas menores a 10 micrómetros (PM10) y menores a 2.5 micrómetros (PM2.5).
Todas ellas afectan de forma directa la salud de los habitantes y otros seres vivos del Valle de Aburrá, pues en concentraciones elevadas son causantes de enfermedades respiratorias, disminución de oxígeno en la sangre, problemas cardiovasculares e incluso cáncer de pulmón.
El ICA traduce estas concentraciones en una escala de daño para la salud medidas en colores, desde el verde, que indica buena calidad del aire, hasta concentraciones peligrosas para la salud en color marrón.

La medición del ICA es responsabilidad del Sistema de Alerta Temprana del Valle de Aburrá (SIATA) y Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA).
Entre las partículas contaminantes que se concentran en el aire, se encuentran las partículas inferiores a 10 micrómetros (PM 10) y a 2.5 micrómetros (PM 2.5). Estas últimas son las más nocivas para la salud ya que son partículas tan pequeñas que entran fácilmente a nuestros pulmones y no son perceptibles a los ojos.
Un incierto color verde
Mientras la Unión Europea se declara emergencia cuando se reporta un valor PM10 de 50 µg/m³ durante 35 días en el año, en Colombia ese mismo valor indica una calidad del aire buena.
Cabe preguntarse, ¿es el ICA un indicador que nos asegure que estamos respirando un buen aire, aun cuando está en color verde?
En este gráfico comparamos los valores máximos admitidos de PM 10 y PM 2.5 en Colombia y la Unión Europea.
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Es cierto que algunos de los factores que determinan la calidad del aire que respiramos son las emisiones del parque automotor, la actividad industrial y fuentes biogénicas. Pero nuestro problema viene de raíz. Tenemos una normativa muy flexible en calidad del aire en comparación con otros lugares del mundo, y ni siquiera así logramos llegar a nuestro parámetro máximo en color verde.
Nuestros estándares de calidad del aire merecen una nueva revisión y replanteamiento para controlar las fuentes que los producen y que nos permitan de una buena vez respirar sin miedo.