Con cidrón y yerbabuena Eliana cura la tristeza
Desde pequeña, Eliana aprendió a curar el alma y el cuerpo con las planticas que su “mamita” cultivaba en su huerta o que crecían silvestres en las frías tierras de su natal San Pedro.

Eliana junto a su huerta, esa en la que tanto cree que puede curar el alma y el cuerpo.
A lo largo de su vida entre la congestión de la ciudad, ella ha llevado al campo en su andar cotidiano.
Sentarse a hablar con Eliana supone un descubrimiento de historias y recetas que surgen entre risas frescas. Estos son algunos de sus consejos:
El paico machucado para el dolor de barriga.
La bebida de limoncillo con limón para la diarrea.
La aromática de sauco para los dolores menstruales.
El poleo o la cebolla en leche aguapanelada para la gripa.
Ell agua de remolacha en las fosas nasales para la rinitis.
La aromática de manzanilla para los cólicos menstruales.
Los cascos de manzana y fresa para desmanchar los dientes.
El agua de rosas para purificar la piel.
El romero y el orégano para darle magia a la comida.
Eliana nos recomienda especialmente una de sus bebidas poderosas contra la congestión, la tristeza y el desgano: cidrón, yerbabuena, sauco, menta morada, eucalipto, limón o naranja, panela y unas cucharaditas de fe. Así, dice ella, se vive en el campo, con fe.
Para Eliana no hay nada como caminar entre la vegetación, respirar el aire puro, deleitarse mirando toda clase de animales y agarrar con su mano lo que necesita para vivir. Ella cree que la fortuna de crecer en el campo es una vivencia que alimenta por siempre el alma y el cuerpo. Así, las plantas se convierten en un camino hacia aquel lugar donde todos hemos amado la vida.