Calidad del aire: las secuelas del parque automotor

Foto: Juan Gonzalo Betancur
Nuestro segundo artículo dedicado a entender la calidad del aire en el Valle de Aburrá está enfocado a las fuentes que contribuyen al deterioro de su calidad en un 80%: el parque automotor. (Primer artículo: Lo que respiramos)
En 2007 había 664.295 vehículos en el Valle de Aburrá. Para 2015 la cifra aumentó a 1.347.067. En solo ocho años duplicamos el número de vehículos motorizados en las calles.
Este gráfico evidencia el crecimiento descontrolado del parque automotor en el Valle de Aburrá.
El crecimiento del parque automotor ha llevado a que en la actualidad, por 3 personas que habitan el Valle de Aburrá haya un vehículo, según datos del Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA). Frente a un transporte público que no da abasto en la ciudad, el automóvil y las motocicletas se convierten en medios de transporte cómodos y de fácil adquisición.
Buses, camiones y volquetas no se quedan atrás: juntos aportan el 60% de la emisión total de partículas contaminantes menores a 2.5 micras (PM 2.5). Según la Junta Metropolitana del Valle de Aburrá, de 1200 toneladas anuales de PM 2.5 que se producen en el área metropolitana, 720 son producidas por estas fuentes móviles.
Normas de emisiones en Colombia, más de una década de atraso
De acuerdo con Juan Manuel Betancur, ingeniero mecánico de la compañía de automóviles BMW en Alemania, los vehículos con motor deben cumplir con un límite de producción de emisiones según la normativa de cada país.
Para su entrada al mercado, los fabricantes deben hacer vehículos que se ajusten a los límites de emisiones que indica la norma y realizar las pruebas pertinentes para demostrar que cumplen con los requisitos.
“En Colombia, las condiciones con las que se permite que los automóviles rueden por las calles son más flexibles en comparación con las medidas que se toman en la Unión Europea, Estados Unidos, e incluso Brasil, Argentina, Chile y México”, afirma Betancur.
En el siguiente gráfico mostramos la evolución de la norma para control de emisiones en la Unión Europea (normas Euro) a través del tiempo, las cuales empezaron a regir desde 1991 con Euro 1 y han evolucionado, cada vez con requisitos más estrictos, hasta la actualidad con Euro 6c. De estas normas mostramos cuáles se usan actualmente en Colombia, las cuales corresponden a unas descartadas en Europa hace 10 y 17 años.
En Colombia se llega a valores de exigencia de emisiones comparables con Euro 2 para vehículos livianos a gasolina, norma descartada en Europa hace más de 15 años. Recientemente se han adoptado los valores de Euro 4 y 5 para vehículos pesados y Diésel.
Tener combustibles de calidad debe ser el primer paso
El problema no acaba aquí. Según el ingeniero Betancur, incluso si hubiera una modificación de la norma que permitiera la entrada de vehículos de altas tecnologías que se ajusten a la norma Euro 6, los fabricantes de estos autos no podrían vender en Colombia debido a la mala calidad de los combustibles.
“Aún si se cambiara la norma de emisiones para la más actual y con mayor exigencia, los combustibles que se distribuyen en el país no serían aptos para los motores que cumplen con estas normas”, explica.
La calidad de los combustibles se mide por la cantidad de octanos que tiene. El octanaje es una escala de la gasolina que da cuenta de su resistencia a no dejarse encender. Mientras más alto el número de octanos, mejor la calidad del combustible.
De acuerdo con el ingeniero, el precio de la gasolina en Colombia es uno de los más altos en el mundo. Para comprar un galón, un colombiano debe destinar el 17% de su salario diario, según un estudio de la agencia Bloomberg. Sin embargo, esto no garantiza su calidad, como veremos en el siguiente gráfico.
Comparado con países de la Unión Europea, Estados Unidos y Brasil, la gasolina de Colombia es la de peor calidad. Ni siquiera la gasolina extra que se vende en el país logra llegar al número de octanos de la gasolina común de estos países.
Los combustibles de baja calidad no solo implican consecuencias en la calidad del aire por las emisiones de gases nocivos como óxidos de nitrógeno, hidrocarburos sin quemar, monóxido de carbono y material particulado (como el PM 2.5). Betancur afirma que también conlleva a la pérdida de potencia en el motor, mayor consumo de gasolina y menor eficiencia del vehículo.